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EL DILDO Y EL VIBRADOR A LO LARGO DE LA HISTORIA:

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El primer uso documentado de un dildo proviene de la Grecia Antigua, cuando los mercaderes vendían algo llamado “olisbos”. Realizados en piedra, cuero y en algunos casos madera, los olisbos eran un instrumento muy solicitado fundamentalmente por las mujeres solteras. El uso de estos materiales podría provocar irritación por lo que sabemos que fueron los primeros en utilizar el aceite de oliva como lubricante natural para sus juegos sexuales. Es interesante recordar que los griegos son una de las civilizaciones que contemplaban la masturbación como un regalo de los dioses para hombres y mujeres por igual.

Sabemos también que los Chinos y el Medio Oriente antiguo utilizaban también diferentes objetos sexuales similares a dildos o bien con formas diferentes como las bolas chinas o los anillos para el pene.

En pleno Renacimiento italiano los olisbos pasaron a llamarse dilectos, el deleite de los sentidos, el deleite de los italianos. Eran usados también con gran cantidad de aceite de oliva a modo de lubricante. Tuvieron un gran éxito.

Durante el siglo XIX se produce una situación curiosa desde los ojos del presente. Todas las mujeres que presentaban síntomas de ansiedad, depresión, desesperación, nerviosismo… y otra gran cantidad de síntomas eran diagnosticadas con Histeria y pasaban por las manos del doctor que les administraba la cura, un masaje en el clítoris hasta llegar al paroxismo histérico, lo que hoy se conoce como orgasmo. Lo realmente curioso es que esta había sido la práctica generalmente aceptada por más de mil años.

Naturalmente que el masaje pélvico no curaba la histeria, y las pacientes tenían que recibir tratamiento médico periódico. No había que hacer mucho esfuerzo para pensar que en esa época las mujeres iban donde los médicos a obtener el placer que no recibían en sus casas y que esta práctica se consideraba socialmente aceptable. Este comportamiento se explicaba por la aceptación del “modelo androcéntrico de la sexualidad”, que consideraba que el sexo era exclusivamente para la penetración y eyaculación masculina. Puesto que la vibración y posterior uso de vibradores era sobre el clítoris, exterior de la vagina, se concluía que no había contacto sexual y que el procedimiento era puramente médico.

Pero llegada la década de 1880, esta práctica médica se volvió en muchos casos tediosa y el médico británico Joseph Mortimer Granville patentó un aparato electromecánico de forma fálica como instrumento terapéutico para efectuar el “masaje pélvico” en forma más fácil, rápida y limpia. Ya que a finales de siglo, los tratamientos de la Histeria eran uno de los servicios más populares ofrecidos en los balnearios de lujo en Europa y Estados Unidos el nacimiento del vibrador venía con fuertes promesas de hacerse con el mercado femenino.

El Americano Hamilton Beach patentó en 1902 el primer vibrador eléctrico para venta comercial, convirtiendo al vibrador en el quinto aparato doméstico en ser electrificado, después de la máquina de coser, el ventilador, la cafetera y la tostadora. De hecho, el vibrador eléctrico llegó al mercado mucho antes que otros aparatos domésticos que hoy se consideran esenciales, por ejemplo: nueve años antes que el aspirador y diez años antes de la plancha eléctrica, pues sus fabricantes seguramente se ajustaron a las prioridades de los consumidores de su época.

Muchas compañías diseñaron sus propios modelos y sus diversas versiones se anunciaban prominentemente como máquinas de masaje antiestrés en revistas y catálogos de costura y modas. Una página del catálogo Sears de electrodomésticos de 1918 incluye un vibrador portátil con accesorios, anunciado como “muy útil y satisfactorio para el uso casero”. “. La cadena de almacenes Sears Roebuck, describió en sus catálogos de venta por correo a estos juguetes como “una ayuda que toda mujer sabrá apreciar“. Su uso se estimuló como una forma de mantener a las mujeres relajadas y contentas.

Pero la imagen y reputación de los vibradores cambió completamente a mediados de siglo por dos razones: La primera fue que en 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito anticuado. El segundo motivo fue que la popularidad del cine en general hizo que las películas pornográficas tuvieran más difusión, y varias de ellas mostraban actrices utilizando el vibrador como juguete sexual. Fue entonces cuando los vibradores se vendieron disfrazados de utensilios de terapia y desaparecieron de los grandes catálogos de moda y revistas.

En los últimos treinta años los juguetes sexuales han experimentado una suerte de renacimiento. En la década de los setenta proliferan una serie de productos de marcado corte sexista, hasta que en los ochenta las cosas parecen mejorar gracias a un favorable cambio de actitud liderado por movimientos y organizaciones. Los noventa fueron una continuación de esta tendencia, hacia una visión positiva y divertida del sexo...

La sexóloga Americana Betty Dodson empezó a utilizar vibradores en sus talleres de salud sexual femenina a mediados de la década de 1970 y después de varios años los aparatos fueron reapareciendo en los estantes de tiendas fuera de los sex shops.

El uso del vibrador recibió otro impulso en 1986, cuando en medio de la crisis del SIDA el Cirujano General de los Estados Unidos C. Everett Koop lo incluyó en una lista de practicas de sexo seguro que se incluyó en un paquete de información acerca del SIDA que se envió a 107 millones de familias estadounidenses.

Hoy en día es generalmente aceptado que el uso de los vibradores no causan ningún efecto sexual negativo y que se pueden disfrutar solo o en pareja como parte de una relación sexual sana y divertida.

¿QUÉ SON Y QUÉ DIFERENCIAS HAY ENTRE DILDO Y VIBRADOR?

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Dildos:

La palabra dildo presenta una etimología desconocida pero se sabe que se le dio esta denominación en el siglo XVI. Sin embargo, los dildos se usaban ya en la Antigua Grecia, cuando las mujeres solteras usaban el “olisbos”, un substituto del pene hecho de madera u otros materiales y que lubricaban con abundante aceite de oliva. Y no sólo en Grecia, los asiáticos también utilizaban juguetes sexuales por lo menos desde hacía 1000 años. Y en el Oriente Medio antiguo usaron dildos fabricados con estiércol seco de camello recubierto de una resina resistente.

En la actualidad, los dildos se asemejan a los vibradores, la diferencia está en que éstos no vibran. La mayoría tiene forma fálica, aunque no todos. Hoy en día son conocidos los que simulan un pene real, que están hechos de materiales que intentan simular la piel, asemejándose a la textura y color del pene, incluso algunos vienen con testículos. Los dildos o consoladores están hechos de distintos materiales, como plástico, silicona, látex, material gelatinoso e inclusive de vidrio. Vienen en distintos colores, formas y tamaños.

Vibradores

La cantidad de vibradores en el mercado en la actualidad es realmente sorprendente, los encuentras de diferentes tamaños, estilos, materiales y formas lo que te puede inspirar o desalentar, hoy en día encontrar un vibrador puede ser bastante difícil. Veamos los puntos que hay que tener en cuenta, para que esta tarea sea más fácil y también placentera.

Pero… ¿Qué es exactamente un vibrador?

Básicamente un vibrador es una máquina relativamente pequeña, que se puede sostener con la mano y que vibra con un ritmo rápido y constante. Pueden estar alimentados con pilas, o bien conectados a la red. Los hay con velocidad fija o regulable. Existen una amplia gama de formas y tamaños que permiten su uso externo e interno.

¿Qué cuidados tiene un vibrador?
- Es importante lavar los vibradores después de usarlos. Para ello, utilizar un producto específico para limpiarlos, o bien agua caliente y abundante jabón, asegurándose que las partes eléctricas no entren en contacto con el agua y antes de guardar el vibrador que esté totalmente seco. Debe guardarse protegido entre uso y uso.
- Es aconsejable utilizar un vibrador siempre con lubricante abundante y poner las pilas como indican las instrucciones. Se recomienda además quitar las pilas entre los usos.

- Si el juguete sexual va a ser empleado en diferentes orificios o con diferentes personas debe limpiarse entre uso y uso, es también recomendablemente el uso de condón como comenta Esther Corona Vargas, Asesora de la Organización Mundial de la Salud y Secretaria para las Américas de la Asociación Mundial de Sexología, "por supuesto, todo aquello que vaya a ser introducido en un orificio del cuerpo, vagina, ano, boca debe tratarse con sumo cuidado” y “Con los juguetes sexuales, lo más importante es no pasarlos de un orificio a otro, pues se pueden transferir organismos para los que determinadas partes del cuerpo no tienen defensas”.

La historia de las Bolas Chinas

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Conocidas como Bolas Ben Wa, Bolas Chinas o Bolas de Geisha.

Este nombre les viene por su origen, ya que estas bolas fueron utilizadas principalmente por las Geishas, cortesanas japonesas, para tener un control absoluto sobre sus músculos vaginales, ya que eran conocidas por sus habilidades sexuales entre otras. Conseguían que el hombre alcanzara un orgasmo en muy poco tiempo, además era un orgasmo de gran intensidad y placer pues contraían los músculos de la vagina con el pene introducido, lo que a los guerreros les excitaba enormemente.

Se trata de 2 bolas bastante ligeras que la mujer se introduce en la vagina con ayuda de lubricante. Tienen en su interior otras bolas más pequeñas, creando un movimiento mediante el choque de las bolas interiores que golpean con las exteriores y realizan una especie de efecto vibratorio, produciendo sensaciones muy eróticas y placenteras.

Además están recomendadas en casos de incontinencia de/por esfuerzo y para todas aquellas mujeres que realicen ejercicios de Kegel para fortalecer su suelo pélvico.

Más y mejor sexo a los 70

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Esta es otra muestra más que me he encontrado en Internet sobre estudios actuales sobre la sexualidad en los mayores. ¡Tomad nota de esto!

Fuente: http://www.adn.es/sexo/20080709/NWS-0068-sexo.html

Los científicos han descubierto que los septuagenarios de ambos sexos hacen más el amor que hace treinta años.

Los mayores de 70 años mantienen relaciones sexuales satisfactorias más veces ahora que antes, según un estudio de investigadores suecos. Los científicos han descubierto que los septuagenarios de ambos sexos hacen más el amor que hace treinta años. Además, muchas más mujeres aseguran estar contentas con su vida sexual.

"Hay una mente más abierta y positiva en la actualidad entre los ancianos", aseguró Nils Beckman, de la Universidad de Gotenburgo en Suecia, cuyo estudio aparece publicado en la última edición del British Medical Journal.

Más sexo entre las mujeres casadas y solteras

El grupo de investigadores preguntó a grupos de más de 70 años en Suecia sobre su vida sexual entre 1971 y 2001. El 68% de los hombres casados encuestados aseguran que mantuvieron relaciones en 2001, frente al 52% que las tuvieron a principios de los años setenta. El número de mujeres casadas que practican el sexo subió al 54% en 2000-2001, lejos del 30% hacia 1970.
Además, el 12% de las mujeres solteras entrevistadas en 2000-2001 aseguraron mantener relaciones, frente a menos del 1% a principios de los setenta. El número de mujeres satisfechas (que consiguen llegar al orgasmo) también ha aumentado, mientras que en el caso de los hombres ha disminuido. Según Beckman, podría deberse a que ellos están ahora más dispuestos a reconocer problemas de disfunción sexual.

LA LOCA HISTORIA DE LOS VIBRADORES

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Documentándome sobre el tema de la Historia cronológica del Vibrador me encontré con este artículo que me pareció muy interesante para compartir aquí.

Publicado por Luis Landeira, Madrid 23/06/2008 en
http://www.adn.es/sexo/20080623/NWS-0073-vibradores-historia-loca.html

Hoy estamos tan acostumbrados a los vibradores en particular y a los juguetes eróticos en general que se diría que siempre han estado ahí; pero nada más lejos de la realidad. Aunque el masaje de vulva se ha utilizado como terapia contra la histeria desde los tiempos de Hipócrates, durante milenios las mujeres han tenido que conformarse con los dedos masculinos para “consolarse”. Sí, masculinos, porque hasta tiempos muy recientes, la autoestimulación femenina estaba muy mal vista y se reprimía física y psíquicamente. Como dijo Avicenna, otro de los fundadores de la medicina moderna, “las mujeres con histeria no deben tocarse: ese es un trabajo para los maridos y los doctores”.

En la primera mitad del siglo XIX, el masaje de clítoris seguía considerándose el único tratamiento eficaz contra la histeria. La mayor parte de los médicos creía que el 75% de las mujeres sufría histeria crónica y, en una cultura falocéntrica que limitaba el sexo a la penetración, los padres y los maridos llevaban a sus damas al médico para que éste les diera un buen masaje de clítoris… y se quedaban tan anchos.

Pero hasta los doctores más mujeriegos estaban hartos de “darle al botón” durante horas, días y años, así que inventaron la hidroterapia íntima, es decir, estimular el sexo femenino con un potente chorro de agua procedente de una gran manguera. El método se puso en marcha en 1860 en numerosos balnearios y fue un éxito (un orgasmo en unos cuatro o cinco minutos), si bien era un sistema caro y poco práctico. Hacía falta algo más manejable y económico.

Antepasados del Rabbit

Bautizado con el explícito nombre de Manipulator, el primer masajeador vibrante clitoridiano se fabricó en Inglaterra a mediados de 1870. Era, básicamente, una tosca mesa de madera con un agujero en medio para encajar la pelvis femenina, a la que se aplicaba una esfera vibrante conectada a una máquina de vapor. Pero, aunque funcionaba, seguía siendo un aparato costoso y engorroso.

En la década de 1880, un médico inglés llamado Joseph Mortimer Granville desarrolló el primer vibrador con forma fálica, una máquina de efectos milagrosos, cuyo único problema era su tamaño industrial. La paciente se tumbaba en un diván y el doctor le aplicaba el vibrador electromecánico en la entrepierna, consiguiendo un orgasmo en unos 10 minutos, más o menos.

La empresa Weiss no tardó en fabricar en serie estos instrumentos, reduciendo su tamaño y modificando sus "tripas" para ponerlos en marcha mediante baterías, pedales, manivelas y, finalmente, corriente eléctrica. La vibración, que iba de 1.000 a 7.000 pulsaciones por minuto, “curaba” hasta a las "histéricas" más recalcitrantes. Los aparatos se fabricaban en serie y se vendían como churros a través de revistas o por prescripción médica.

En 1899, el naturalista John Muir inventó un vibrador para hombres. Atado con correas al cuello y a las piernas, estimulaba el pene para tratar afecciones como la espermatorrea. Los vibradores masculinos se seguirían vendiendo durante el siglo XX como máquinas para "descargar la próstata" o "estimular la circulación".
La domesticación del consolador

Con el cambio de siglo, las nuevas necesidades, unidas a la invención del motor eléctrico de pequeño tamaño, propiciaron la aparición del primer vibrador doméstico, que fue patentado en 1902 por la empresa estadounidense Hamilton Beach of Racine. De esta forma, el vibrador vaginal se convirtió en el quinto gadget eléctrico en invadir los hogares, mucho antes que, por ejemplo, la plancha eléctrica. Poco a poco, los vibradores se fueron haciendo más asequibles y empezaron a ser comprados por particulares para tratar problemas de, ejem, "histeria" especialmente persistentes. Modelos como el Miracle Ball-Grip Massager o el Gyro-Lator se hicieron muy célebres e incluso se publicitaron en periódicos con frases como “La vibración que proporciona vida, vigor, fuerza y belleza” o “Instrumentos para la tensión y la ansiedad femenina”.

En 1917, en los hogares norteamericanos había más vibradores que tostadoras; aunque desaparecieron de las consultas de los médicos, seguían considerándose aparatos clínicos para proporcionar relax a las mujeres más inquietas. En la primera mitad del siglo XX, el mercado de este tipo de artefactos estaba en alza, y docenas de prototipos fueron patentados. Algunos de ellos todavía pueden conseguirse a través de eBay, lo cual demuestra su excelente factura. Muchos pueden verse en el Vibrator Museum.

A partir de los años 20, con la aparición de las primeras películas pornográficas (stag reels), los vibradores empezaron a perder su buena fama. La más famosa de estas películas fue The nun’s story (no confundir con la de Audrey Hepburn), un filme en el que la mujer del culturista Vic Tanney se quita su disfraz de monjita y se lía a masturbarse con un arcaico vibrador. Estas cintas hicieron que los vibradores dejaran de verse como instrumentos clínicos para, poco a poco, ir adquiriendo connotaciones negativas y considerarse como diabólicos juguetes fálicos para saciar la lujuria femenina. Alivio para amas de casa

La mala prensa del vibrador se acentuó a partir de 1952: la Asociación Americana de Psiquiatría decidió que la histeria femenina no era más que un mito y que la terapia vibradora era, simple y llanamente, una sesión de masturbación. Aún así, el consolador se siguió vendiendo como “tecnología camuflada”, con imaginativos diseños de las más variopintas formas y colores. Los catálogos de venta por correo y las revistas femeninas anunciaban consoladores disfrazándolos de aspiradoras, rizadores de pelo, máquinas contra la jaqueca, masajeadores de cuello o limpiadores de uñas, entre otras cosas. Vamos, que no era raro que en una reunión de Tupperware organizada por amas de casa sacaran, de pronto, un vibrador.

Como una evolución radical de dichas reuniones, en 1973, en plena explosión del feminismo, la sexóloga Betty Dodson empezó a dirigir sesiones masturbatorias en grupo para mujeres, divulgando la utilización sexual del Hitachi Magic Wand, un masajeador corporal con forma de gran micrófono que, según ella, era capaz de espabilar hasta el clítoris más atrofiado. Ese mismo año, Eve’s Garden, un sex shop sólo para mujeres, se inauguró en Nueva York. Cinco años después, Good Vibrations de San Francisco fue la segunda tienda erótica femenina de América.

En 1981, Jacqueline Gold, del sex shop Ann Summers, hizo una reunión femenina en una casa para vender y demostrar el funcionamiento de vibradores. Era la explosión de un gran negocio orientado al placer femenino.

La mujer tenía, al fin, la sartén por el mango y entraba de lleno y sin cortarse en el mundo de la autoestimulación. Entonces, el consolador volvió al cine para quedarse: hay pocas películas porno en las que la actriz no se pegue un buen repaso con el vibrador. En los últimos 80, incluso la ultraconservadora Adminstración Reagan incluyó vibradores en su lista de consejos para prevención del SIDA y el sexo seguro que envió a 107 millones de familias.

El vibrador como accesorio básico

En pleno siglo XXI, el vibrador es algo socialmente aceptado, un complemento del sexo solitario o en pareja que aparece en la prensa de tendencias y se vende en boutiques eróticas "mixtas" como La Juguetería o Los Placeres de Lola y que todo tipo de mujeres atesoran en sus mesillas o conectan a sus iPod, para alcanzar el clímax a ritmo de sus canciones favoritas.

Ni las celebrities ocultan hoy su afición a las "buenas vibraciones": desde Angelina Jolie y su tampón vibrante con mando a distancia hasta Victoria Beckham y su vibrador de platino y diamantes valorado en dos millones de dólares. Eso por no hablar del Rabbit, el archifamoso vibrador con estimulador de clítoris popularizado por las protagonistas de Sexo en Nueva York.
¿Lo último? Los teledildonics, vibradores sexuales cuyas velocidades y movimientos se controlan por control remoto desde un ordenador y, por supuesto, las famosas Fucking Machines que se venden en webs como Toys In Motion.

En fin, que las ciencias eróticas avanzan que es una barbaridad y, a este paso, el envidiable Orgasmatrón que salía en aquella película de Woody Allen nos acabará pareciendo un cacharro anticuado.